El mundo en el que vivimos está en constante e impredecible cambio.

A pesar de contar con un vasto conocimiento del pasado, nos resulta difícil comprender por qué ocurren las cosas y dónde encontrar soluciones.

La velocidad del cambio no nos da el tiempo necesario para investigar, comprender y analizar adecuadamente.

La solución debe ser inmediata, incluso si carece de certeza y está rodeada de ambigüedad.

Esta urgencia nos provoca dolor y malestar, haciéndonos sentir frágiles, como si en cualquier momento todo pudiera romperse, incluso nosotros mismos.

La ansiedad generada por esta incertidumbre nos paraliza, ya que intentamos controlar un futuro incierto mientras nos descontrolamos en el presente.

Es hora de despertar la conciencia de nuestros equipos y líderes.

Necesitamos actuar ahora; si queremos que nuestras organizaciones sobrevivan, debemos transformarlas y adaptarlas a este nuevo contexto. Es crucial liderar con lo que está emergiendo, escuchando a nuestra gente y permitiéndoles desarrollar nuevas formas de SER y HACER. Solo así podremos avanzar juntos, como equipo, hacia el futuro.