La agilidad es un cambio de mentalidad que no solo implica aplicar herramientas, sino repensar los proyectos que encaramos de una forma distinta, dándole más lugar a la posibilidad de tener errores, analizarlos y desde ahí ajustar, lo que facilita el aprendizaje constante y la posibilidad de disminuir ansiedades.
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¡Desde mi punto de vista no es una o la otra, son las 2! SER + HACER = AGILIDAD
La agilidad nos invita a reflexionar constantemente para así entregar el mejor producto; cuestionarnos el cómo estamos haciendo las cosas, escuchar el feedback del equipo y del cliente, generar pequeños entregables que nos sirvan como indicadores de avance.
¡La agilidad es la respuesta ideal para un contexto socioeconómico en constante cambio, el cual requiere de respuestas rápidas y efectivas y no estar esperando meses o incluso años, para encontrar la respuesta perfecta, que, para colmo, NO EXISTE!!!
¡La agilidad es experimentar para evolucionar!!!
Trabajar en el modelo de la agilidad implica CONFIAR EN EL EQUIPO DE TRABAJO y comprender que podemos correr ciertos riesgos y que nadie sufrirá algún tipo de castigo por exponerse, por experimentar, por probar.
El feedback es una de las principales herramientas que tenemos dentro del paradigma de la agilidad y es necesario que instrumentemos una comunicación consciente al momento de dar y recibir feedback porque lo fundamental es que el equipo se sienta respaldado, no juzgado y que desde ahí pueda continuar experimentando para dar con el mejor valor y desde ahí el resultado de mejor calidad.
Si el equipo no es un lugar seguro para el aprendizaje y por todo lo contrario genera miedo, exponerse es sinónimo de ir directo a la guillotina. De esta forma solo tendremos equipos que hacen lo que otros le dicen que hagan, sin capacidad de desarrollar su creatividad, competencia clave para el paradigma digital.
Tenderán a invertir demasiado tiempo en buscar la respuesta perfecta, por miedo a la equivocación y el juicio de valor descalificante.
La vulnerabilidad es clave en este paradigma.
Sentimos a las personas y a las empresas, empatizamos con su incomodidad y desde ahí generamos “el darse cuenta” acompañado de un plan de acción, que los llevara a construir futuros posibles de resultados sin precedentes.
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